¿Cómo puede ser que teniendo tanta información al alcance de mi mano no pueda aplicarla y me sienta abrumado?
¿Te sentís identificado si te digo que muchos de mis consultantes sienten que la información no es suficiente para llevar adelante un cambio de habitos?
La era de la información de la que somos parte (y la cual nos atraviesa constantemente) se caracteriza justamente por una excesiva cantidad de “datos” “tips” y “consejos” para mejorar nuestra salud y/o modificar hábitos. Peeeeero no todo lo que brilla es oro y nos encontramos con tres problemas bastante importantes:
La mayoría de esa información no es verídica
Se pierde la importancia de la individualización. Si bien como especie reunimos características comunes, cada uno de nosotros está atravesado por una historia, contexto, vínculos y preferencias diversas.
Muchas cuestiones se escapan de nuestro control y requieren ayuda de un profesional en el área. No todo es “cuestión de voluntad” como te hicieron creer durante tantos años. De hecho, generalmente los hábitos que pueden forjarse en el tiempo vienen de la mano de una transición compartida.
Redondeando: ni la gelatina light que un influencer recomienda en redes para calmar la ansiedad va a ser una buena estrategia, ni omitir lo que te pasa va a hacerte sentir mejor, ni un consejo que viste en en instagram para ser más positivo es la solución a tus problemas.
Los síntomas, problemas o dificultades tienen una CAUSA INDIVIDUAL y están ahí para mostrarnos algo. Lo mejor que podes hacer: asesorarte con un profesional. Las fórmulas mágicas no existen y cada individuo es un mundo. No somos “culpables” de lo que nos pasa pero si responsables.